Reseña: «Demian», de Hermann Hesse

Título: Demian
Autor: Hermann Hesse
Año de publicación: 1919

Sinopsis:
Demian es la historia de Emil Sinclair. La historia de un niño que ve, más allá de los algodones que envuelven su vida familiar, el otro mundo que le rodea: un mundo que teme pero a la vez le fascina. Es la historia de unos pasos tambaleantes por un agua que no es cristalina respirando un aire que no es puro. Es la historia de la duda entre la crisálida protectora de la infancia y el camino que conduce fuera de ella. Entre la facilidad de adaptarnos a nuestro entorno y la necesidad de adaptar el entorno a nosotros. Pero Demian es sobre todo la historia de la pregunta que nadie quiere contestar, del camino que nadie quiere recorrer. Demian es quien nos explica cómo sortear los obstáculos de ese camino, pero también quien rasga la fina capa de ignorancia que es nuestra crisálida y nos obliga a mirar entre las sombras que se forman alrededor de esos obstáculos antes de llevarnos a la luz. Demian es, en definitiva, la búsqueda de nuestro auténtico yo a través del rechazo de lo preestablecido.

«Demian» es una obra maestra. Un relato, si se quiere ver de esa manera, que sigue a Emil Sinclair a través de su crecimiento, de su paso por la juventud y de su búsqueda de algo que consiga llenarlo. Emil puede ver que hay un mundo de luz y otro de oscuridad, y en el mundo de luz todo es bueno y el de oscuridad hará que sus padres se sientan avergonzados de él. Así que intenta con todas sus fuerzas siempre mantenerse en el mundo que ha denominado como de luz; pero a lo largo de su vida irá descubriendo que las dos polaridades se van difuminando y él se va entregando al mundo de oscuridad porque allí todo es más divertido, todo es hasta excitante. Su primer contacto con el mundo de la oscuridad va a ser cuando mienta frente a Kromer, un compañero de clases, y esta mentira llevará a que Kromer lo extorsione y le haga hacer toda clase de cosas con tal de no decírselo a sus padres. Y Sinclair no quiere que sus padres se enteren de sus andadas en el mundo de la oscuridad. Es entonces cuando aparece Max Demian, un enigmático chico nuevo de su escuela que termina ayudándolo cuando menos se lo esperaba…

Esta obra explora las dualidades del mundo y del sentimiento humano en general. Tenemos a nuestro narrador, un chico al comienzo de la historia que muy poca noción tendrá de cosas del mundo, pero que sí sabe una cosa: en el mundo hay ciertas actitudes, ciertos actos que pertenecen al «mundo de la oscuridad» y otros que pertenecen al »mundo de la luz», la familia es uno de ellos. Así que intenta estar el mayor tiempo posible en su mundo de luz, con sus navidades y las oraciones en la Iglesia, con su felicidad familiar; pero hay algo que está allí y que él trata de reprimir con todas sus fuerzas: su deseo de hacer ciertas cosas del mundo de la oscuridad. Así, pues, el autor explorará en este tema y cómo la percepción de la sociedad sobre hechos concretos va cambiando a lo largo de los años (por ejemplo, en una especie de epifanía, Sinclair logra comprender que entonces, si el dios cristiano representa todo lo bueno, ¿no debería haber un Dios que represente todo lo bueno y al demonio al mismo tiempo? Donde no hayan dos mundos (uno bueno y uno malo) sino simplemente uno solo?

—Pero —exclamé casi gritando— hay cosas verdaderamente feas y prohibidas; ¡no puedes negarlo! Están prohibidas y tenemos que renunciar a ellas. Yo sé que existen el crimen y los vicios; pero porque existan no voy yo a convertirme en un criminal.
—Hoy no agotaremos el tema —me tranquilizó Max—. Desde luego, no vas a asesinar o violar muchachas, no. Pero aún no has llegado al punto en que se ve con claridad lo que significa en el fondo «permitido» y «prohibido». Has descubierto sólo una parte de la verdad. Ya vendrá el resto, no te preocupes. Por ejemplo: desde hace un año sientes en ti un instinto, que pasa por «prohibido», más fuerte que todos los demás. Los griegos y muchos otros pueblos, en cambio, han divinizado este instinto y lo han venerado en grandes fiestas. Lo «prohibido» no es algo eterno; puede variar. También hoy cualquiera puede acostarse con una mujer si antes ha ido al sacerdote y se ha casado con ella. En otros pueblos es de otra manera. Por eso cada uno tiene que descubrir por sí mismo lo que le está prohibido. Se puede ser un gran canalla y no hacer jamás algo prohibido. Y viceversa. Probablemente es una cuestión de comodidad. El que es demasiado cómodo para pensar por su cuenta y erigirse en su propio juez, se somete a las prohibiciones, tal como las encuentra. Eso es muy fácil. Pero otros sienten en sí su propia ley; a esos les están prohibidas cosas que los hombres de honor hacen diariamente y les están permitidas otras que normalmente están mal vistas. Cada cual tiene que responder de sí mismo.

Entonces Sinclair emprende su vida en el mundo y va navegando entre el mundo de la luz y el de la oscuridad. Y, al final, descubre con miedo de que no quiere volver al mundo de la luz. Hesse relata los sentimientos juveniles de querer encontrar algo que te defina, o algo que, de alguna u otra manera, te llene. A Sinclair le gusta la música amoral porque lo hace disfrutrarla, piensa que el resto de las cosas son morales y eso le hace sufrir. No es esta la historia se cómo cambiamos con el paso de la adolescencia, sino de la búsqueda del ser humano de su «misión», de qué es lo que ésta puede significar a los ojos de un Dios que no sabemos si existe o no. Esta es una historia que, más que ser explicada o analizada, debería ser simplemente leída para comprender las singularidades de Demian, una especie de mentor de Sinclair (y con el que tiene una relación muy cercana y especial), para comprender las transformaciones de Sinclair y su estremecimiento para romper el cascarón y volar

En estos momentos tuve una certeza fulminante: cada uno tenía una «misión», pero ésta no podía ser elegida, definida, administrada a voluntad. Era un error desear nuevos dioses, y completamente falso querer dar algo al mundo. No existía ningún deber, ninguno, para un hombre consciente, excepto el de buscarse a sí mismo, afirmarse en su interior, tantear un camino hacia adelante sin preocuparse de la meta a que pudiera conducir. Aquel descubrimiento me conmovió profundamente; éste fue el fruto de aquella experiencia. Yo había jugado a menudo con imágenes del futuro y soñado con papeles que me pudieran estar destinados, de poeta quizá, de profeta, de pintor o de cualquier otra cosa. Aquellas imágenes no valían nada. Yo no estaba en el mundo para escribir, predicar o pintar; ni yo ni nadie estaba para eso. Tales cosas sólo podían surgir marginalmente. La misión verdadera de cada uno era llegar a sí mismo.

Sobre el autor

Novelista y poeta alemán. Nació el 2 de julio de 1877 en Calw, Alemania. Durante la I Guerra Mundial, Hesse, que era pacifista, se trasladó a Montagnola, Suiza; se hizo ciudadano suizo en 1923. La desesperanza y la desilusión que le produjeron la guerra y una serie de tragedias domésticas, y sus intentos por encontrar soluciones, se convirtieron en el asunto de su posterior obra novelística. Sus escritos se fueron enfocando hacia la búsqueda espiritual de nuevos objetivos y valores que sustituyeran a los tradicionales, que ya no eran válidos. Algunas de sus obras más importantes son Demian (1919), Viaje al Este (1932), Siddharta (1922) y El lobo estepario (1927). La última novela de Hesse, El juego de abalorios (1943), situada en un futuro utópico, es de hecho una resolución de las inquietudes del autor. Hesse, que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1946, murió el 9 de agosto de 1962 en Suiza.

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